Intrépido, insaciable y sujetivo

Así es el ser humano, en su afán de grandeza, es capaz de crear palacios, de destruir montañas, de causar tempestades, y una de las más fuertes en él, es la que lleva en su interio, esa fuerza inherente a su naturaleza. El saberse un ser desprotegido ante magnitudes mucho mayores, tiembla como cachorro asustado, pero golpea con la enegía de un trueno. Es la más tierna de las criaturas, y el más creativo de los personajes de este mundo.



Conozcamos un poco más los fantasmas internos que lo hacen rey y mendigo, que lo vuelven tirano y el más dulce de los seres.



3 de mayo de 2011

Vargas Ortega Luis Amador

 Pedro y Arturo

Pedro García y Arturo Javier se conocían desde hace tiempo, para ser más precisos  se conocieron en la secundaria publica número 262 y de ahí convivieron toda la adolescencia, llevaban una buena relación, iban a fiestas juntos, siempre se invitaban mutuamente, cuando uno necesitaba del otro siempre se apoyaban lo más que podían. En resumidas cuentas eran muy íntimos amigos, se contaban todo: sus fracasos amorosos, sus preocupaciones, los problemas en casa, se aconsejaban en casi todo, también celebraban sus logros y cosas buenas que pasaban en sus vidas, su amistad era tan solida que era envidiada.

Consecuente a que Pedro comenzó a trabajar como enfermero en un hospital,  dejo de frecuentar a su buen amigo, pues entre la escuela y el trabajo poco tiempo le quedaba a Pedro para tener una vida social plena, en consecuencia a esto Arturo Javier comenzó a convivir con nuevas personas, en especial con Eduardo un viejo compañero que también conoció en la secundaria y que por una extraña razón a Pedro no le agradaba del todo.

Cierta ocasión al reunirse los tres un sábado por la noche se podía sentir un ambiente incomodo por la presencia de Eduardo, Pedro decidió refugiarse con su tía, pues estaban en su casa. A la partida de Eduardo, Pedro comento a Arturo que no le había parecido que invitara a Eduardo sin su consentimiento, lo cual Arturo comprendió y pidió disculpas a Pedro, Arturo comenzó a reflexionar si esa había sido la causa en verdad o acaso Pedro sentía celos de su nueva compañía, en fin, el no le dio mayor importancia y siguió sus días normal. 

Días posteriores Pedro hacia comentarios ofensivos en contra de Eduardo, lo cual desconcertaba a Arturo. Él le explico a Pedro que nunca remplazaría su amistad que Eduardo le caía bien pero que nunca ocuparía el lugar que Pedro poseía desde hace mucho.

Cierto sábado y en casa de Pedro, Arturo recibió una llamada en su celular la cual contesto con toda normalidad, pero al darse cuenta que se trataba de Eduardo y tras los hechos antes acontecidos, se puso muy nervioso y fingió que era otra persona y no Eduardo el que le hablaba. La llamada era para pasar la noche en otro lugar, Arturo acepto y quedo de verse cerca d la casa de Pedro, el cual noto el nerviosismo de su amigo e in tuyo que algo pasaba, aunque no dijo nada.

Arturo con el pretexto de que recordó que tenía que hacer otra cosa importante justifico su partida temiendo que si le decía a Pedro la verdad solo le causaría un disgusto.

El se marcho, pero al poco rato tocaron a su puerta y para sorpresa de Pedro se trataba de Eduardo, el cual le comento acerca de la invitación que le había hecho a su amigo, el fingió no darle importancia y despidió rápidamente a Eduardo.

Días después, Arturo hizo una visita normal a casa de Pedro, no paso un instante para que Pedro comenzara las reclamaciones en contra de su amigo, Arturo trato de hacer entrar en razón a Pedro el cual no escucho de razones y pidió a Arturo se retirara de su casa.

Arturo ya a solas comenzó a reflexionar todo lo acontecido y finalmente llego a la conclusión de que lucharía por la amistad de Pedro, con todos los medios a su alcance, el intento quedar con el por teléfono pero siempre se negaba a contestar, finalmente Arturo decidido a todo se dirigió a casa de Pedro. Ya en la puerta, la cual se abrió sin que Arturo tocara, entro y ahí estaba Pedro, sentado en el sofá de la entrada principal, se levanto y abrazo a su amigo y con lagrimas en los ojos pidió a Arturo que lo perdonara, que se sintió tan inseguro de perder su amistad que los celos lo cegaron, y lo único que quería era que dejara de frecuentar a Eduardo, Arturo acepto la disculpa. Ya más tranquilos los dos Arturo confeso a Pedro que él también se sentía culpable pues de haberle dicho la verdad, las cosas se habrían aclarado desde el principio y nadie hubiera sufrido. Finalmente juraron en un futuro, no volver a mentirse y aceptar cualquier circunstancia fuera la que fuera. 
                                                                         

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